La vida está llena de gigantes que debemos enfrentar, pero en este capítulo me enfocaré en el gigante llamado Falta de Dirección. Tarde o temprano, todos enfrentaremos a este gigante, que viene en forma de desesperanza, preocupaciones, caos y mucho más. Sin dirección, la gente tiende a conformarse con menos que lo mejor de las bendiciones de Dios. Esto la convierte en presa fácil para el enemigo, quien tomará ventaja
de la situación e influenciará a la gente para que sea tentada a pecar y perder así lo mejor que Dios tiene para ella. Sin embargo, cuando la gente comprende que cada persona fue creada con un propósito y un plan específicos, fácilmente podrá ver que con ese propósito viene también la dirección, la esperanza, la paz y un futuro brillante. Conocer el propósito de Dios es primordial para nuestras vidas porque nos separa para Sus planes específicos. Desconocerlo nos convierte en blanco del enemigo, cuyo único propósito es destruirnos y evitar que seamos vasos útiles en las manos de Dios. Entender la razón por la cual estamos aquí no sólo nos da propósito y dirección, también nos da confianza en todo lo que hacemos. Nos capacita
para experimentar y llevar a cabo, con pasión, nuestro propósito a su máximo potencial.